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sábado, 26 de julio de 2014

El Carrusel del Diablo (2da parte)


Hoy continúo con la 2ª y última parte de mi recorrido virtual por el “Carrusel del Diablo”. Si quieres leer la primera parte de este crudo reportaje, dale clic aquí: 1ra PARTE. Sigamos viendo lo que son las normas dentro de ese ridículo Instituto del Estado.

  • No sentarse en los pisos, muros o escaleras: ¡ERROR! En vista de las interminables filas de espera por la tardanza de los trenes, la gente se sienta en los andenes y escaleras. Y dentro de los trenes, la gente que no se sentó en el andén, ya mamada, también se sienta en el suelo. ¿Creen que miento? ¡Vayan y vean!
  • Circule por su derecha: En el tren la gente circula por donde le sale del forro del culo. Sencillamente la gente camina por donde le da la gana con tal de llegar más rápido y montarse en el vagón. Eso es así. ¿Caminar por la derecha? ¡Ni que estuviéramos en Europa! El usuario del tren es animal ¡y con orgullo!
  • No colocar los pies en los asientos y las paredes: Basta que el usuario/bestia vea una norma escrita para que haga exactamente LO CONTRARIO. No sólo los usuarios ensucian las paredes, sino que caminan, brincan y se montan por encima de los asientos. Además, los asientos están diseñados para 2 personas (como los del Metro), y ya es hasta normal que veas sentado en un mismo asiento a 4 y 5 coños de su madre. Todos apretados, negritos, mocosos, sin peinar y sin bañar. Basta ver cómo se comportan los usuarios para abordar un tren para entender que ésta estúpida norma, como todas las demás, se la pasan por el forro. Es que verdaderamente la mayoría de los usuarios son animales y no leen… ¡Qué ilusos, los de IFE!
  • Mantenerse detrás de la franja amarilla: Esta norma es un chiste (como todas las de esta lista). Nadie le para bolas a esto. Basta que se acerque el tren al andén, para que empiece la empujadera. Y si te tocó la mala suerte de estar cerca de la orilla, ¡CUIDADO! A más de uno han empujado a las vías o aplastado contra el tren antes de detenerse. #DeporteExtremo
 
  • No empujar: ¡Por la corona de espinas de Jehová! Esta norma es un chiste, ¿verdad? Para comprar tu pasaje del tren, te empujan; para ingresar al vagón, te empujan; al bajar o subir las escaleras, te empujan; para tratar de agarrar un puesto, te empujan; para poder bajarte, te empujan (y tienes que empujar, porque si no, pierdes la estación); y para salir por el torniquete de tu estación destino, te empujan. Esta  norma sencillamente es INVISIBLE. ¿O será que los que hicieron esta norma pensaron que el tren atendería nada más a 100 o 200 usuarios diariamente?
  • No encender fósforos ni yesqueros: ¿Y cómo va la gente a prender sus cigarritos, pues? Esta norma la hicieron para evitar que la gente haga fogatas y cocine sus sancochos mientras espera, supongo ¿No?
  • No practicar el buhonerismo ni la mendicidad: Estamos en un país pobre. Es cierto. Y la zona marginal de Los Valles del Tuy es el caldo de cultivo perfecto para cuanto vendedor a ti se te ocurra conseguir en mercado alguno del planeta. Pero el caso es que no estamos hablando de un mercado, ¡HABLAMOS DE UN TREN! Yo en lo personal he visto vendedores de: Chicles, caramelos, platanitos, chocolates, chupetas, turrones, bocadillos, cocosettes, sambas, cotufas, flores, periódicos, tarjetas de amor, revistas de sopa de letras y/o sudokus, libros y audio libros, CD’s y DVD’s (con películas que aún no llegan a la cartelera de cine), ambientadores para el carro (coño, si la gente usa ESE tren es porque no tiene carro, ¿no creen?), cremas para chichones, moretones, pecuecas y pie de atleta; gel para matar chiripas, rastafaris con cara de drogados vendiendo varillitas de sándalo con miel, rosas, pétalos de jazmín y tallos de girasol, que a mí me huelen todas igual: ¡A MIERDA!; veneno para ratas, polvos para purgar y limpiarte las tripas (que por cierto, a ese vendedor traté de meterlo en mi secta de Herbalife, pero el tipo no quiso y me dijo que era feliz así); paraguas, y un largo etc.
¡Qué arrecho! ¡De verdad! El venezolano vive, como nunca antes en su historia republicana, una pobreza y una degradación impresionante de su calidad de vida. Y ver la creatividad de estos vendedores, de verdad que es tragicómico. ¿Y las autoridades y/o policías que “resguardan” a los usuarios y a las instalaciones? Nada. ¡Ellos también compran chicles y platanitos!

De los “artistas” que hacen vida en el ferrocarril, podrás encontrarte con:
  • Raperos (de todos los tamaños y las edades, ¡hasta abuelas raperas hay!).
  • Los dobles de Chino y Nacho.
  • Cantantes de música llanera ¡con cuatro, maracas y todo! (el día que los vi no estaba el arpista, pero dijeron que lo tenían).
  • Imitadores del Trío Los Panchos dando serenatas que harían llorar a tu abuela de emoción y nostalgia.
  • Magos que desaparecen pañuelos y tu cartera, si no te pones las pilas.
  • Caricaturistas que te dibujan en un bloc la cara de ladilla que traes ¡y en apenas 5 minutos!
  • Sordomudos que declaman poesías.
  • Cuenta chistes que opacarían las ocurrencias del Conde ‘er Guácharo.
  • Imitadores de personajes politicos.
  • Rockeros en desgracia tocando canciones armados con una vieja guitarra, al más puro estilo de Hany Kauam/Ricardo Arjona.
  • Los infaltables predicadores de la palabra. Una legión entera de evangélicos, cristianos, mormones y testigos de Jehová hace vida en el IFE y siempre te acompaña en tus viajes ferroviarios. Verdaderos actores que te hablan del castigo eterno y la fornicación, pero que igualito, como todo un mundano, te empujan y te pisan para agarrar un asiento en el tren… ¡malditos!
Definitivamente que el venezolano hace DE TODO con tal de sobrevivir a esta crisis autoimpuesta. 

Y es autoimpuesta, porque es culpa DE TODOS que el país esté así y que tengamos el gobierno que tenemos. Dentro de la categoría de los pedigüeños profesionales que habitan en el ferrocarril podrás ver:
  • El ciego que viene con la mamá, el hermano y la cuñada, y un pote de arroz chino para que deposites tu colaboración.
  • El inválido en silla de ruedas que se cayó de su moto y que no tiene para comer, pero en sus lisiados pies ves unos zapatos Nike que cuestan 8 sueldos mínimos.
  • El señor con obesidad mórbida y la piel como un reptil gigante y llagoso, al que le terminas dando plata no para que se cure, sino para que se aleje de ti.
  • La señora sidosa que agarró la infección haciéndose un tatuaje y que tiene 7 hijos pequeños que alimentar (después de inyectarse heroína, claro).
  • El malandro que caga en bolsa por unos tiros que le dieron y que tiene las tripas afuera y su bolsita con mierda guindando, para que le creas y le colabores.
  • El gocho que no sabes cómo demonios fue a parar a ese infierno de ferrocarril, pero que dice que es del Páramo de La Culata, agarró un bus que no sabía a dónde iba y llegó como por arte de magia a Los Valles del Tuy, y pide plata para completar para su pasaje de regreso a gochilandia.
  • La manada de transformistas con almohadas en el culo y tetas mal operadas, que forman parte de un grupo de ayuda para sacar a los jovenes homosexuales de la prostitución y las drogas de las calles… pero ellos siguen siendo transfors que ves de noche “trabajando” en las calles…

Toda la fauna descrita en este apartado ¡EXISTE! Yo la he visto y tú también la puedes ver, si te animas a hacer turismo de aventura. Lo arrecho del caso es que el tren SIEMPRE ESTÁ FULL, aún en las horas “no pico”, pero esos vendedores, artistas y pedigüeños se las ingenian para moverse entre la multitud y llegar a ti.


Y lo peor de todo, es que los slogans que enmarcan estas normas son “Yo soy un suario pilas” y "Encarrílate". ¿Qué pilas un coño de su madre? ¿Qué carril una mierda? ¡Qué cagada de usuarios! ¡Qué cagada de servicio! Cuando desdichadamente tienes que usar ese “servicio” te das cuenta que a nadie le importa nada de lo que te pase. Ni a la policía, ni a la Guardia Nacional, ni a los operadores del tren; que sólo están allí para estar jugando con sus malditos celulares y grabar videos de cuando se forman los “ayayay” para abordar un tren en “horas pico”. 


Como todo, el correcto funcionamiento de algún servicio, sea público o privado, depende en un 50% del buen uso por parte de los usuarios y del acatamiento de las normas. El otro 50% depende del prestador del servicio, de cumplir y hacer cumplir las normas de manera estricta e inflexible.

Un factor también a tomar en cuenta en el mal uso y deterioro del servicio del ferrocarril (sin que esto sea un justificativo) es que Los Valles del Tuy vienen a ser algo así como la cloaca de Caracas. Toda la mierda (hampa, desempleados, damnificados, policías trasladados, exconvictos, madres homicidas, políticos borrachos, etc.) que no cabe en la ciudad de Caracas vive en esta zona dormitorio. Aunque en honor a la verdad, yo diría que es “zona putrefactorio”, porque realmente la basura de gente que vive allí es deprimente.


En fin que, cuando vayas de visita a Los Valles del Tuy (que no sé que irías a hacer allí, a menos que tengas un familiar preso en la cárcel de Yare), ya sabes con qué te enfrentarás. O si lo prefieres, vete al antiguo terminal del Nuevo Circo y toma un autobús.

¡Pero cuidado! Viajar en bus hacia Los Valles del Tuy representa otra odisea que tambien he vivido y que tal vez un día documente en este blog…

Para los que, además de todo lo que dije, deseen ver las estupideces virtuales que hacen los animales del IFE, o para trolearlos, los pueden leer en su, también ineficiente, cuenta de Twitter @ifetren.

PD: Ineptos del IFE, tienen su derecho a réplica aquí. ¡Y la espero con ansias! Los reto a que me desmientan.

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